jueves, 6 de agosto de 2009

BUENAS NOCHES JUAN I


BUENAS NOCHES JUAN

-Buenas noches Juan, no te alarmes, es que esta tarde han preguntado por ti en el corral unos señores…
Interrumpe Juan
- Juan: ¿La “pestañí”?
-Si, de la brigadilla de la “calzá”, te dije que esas reuniones al salir del tejar me asustaban.
Comentaba Inés al meterse Juan en la cama.
- Juan: No sé que querrán, puede que sea, que han encontrado el carné de identidad que lo perdí en la mudá del Cachorro, mañana preguntare, no te asustes no he hecho nada malo.
- Ya Juan, ya, pero, esas conversaciones tuyas con tus amigos en la tasca cada vez son mas de dominio público, creo que tendrías que ser mas comedido.
- Esos que me escuchan saben que tengo las manos limpias, que no escondo mis ideas, y que predico la tolerancia y respeto para quien creen en otras.
- Juan, que sabes a lo que te expones.
- Si, pero, como tu bien dices, todos me conocen y son de dominio público mis ideales, y hasta la fecha no he tenido problemas.
- Tú lo has dicho, hasta la fecha.
Suena un trueno, seguido de su correspondiente relámpago.
Inés –La tenemos encima, que tres días de lluvia, no se sabe que es peor, si esto o las peleas en el corral por el tendedero, tengo la colada que la tendré que lavar de nuevo, que después te quejas del olor de la ropa.

La lata de encima de la mesa camilla está a punto de rebosar, ellos se pueden dar por satisfecho, solo tienen esta gotera y otra justo a los pies de la cama, sin llegar a caer en ella, justo en el lugar destinado a la cuna de lo que vendrá en unos meses, en el partidito de Angel el vaquero se ha llegado
a contar hasta quince.
Juan – De este domingo no pasa, esas dos goteras las reparo.
Inés – Eso te lo diré el domingo.
-En cuanto escampa, se me olvida.
Paradójico, trabajar en un tejar y vivir bajo Uralita
- Si estuvieras más en estas cosas.
- Que si, que si.
-Anda cariño, vacía la lata que suena a llena.
Juan con tal de distraer la mente de lo que le llegó a preocupar toda la noche, lo hizo sin protestar.
Justo al llegar de nuevo al lecho, le entró un golpe de tos.
Inés- Mañana tendrías que pedirle al boticario Murillo unas gotas para esa tos.
- Gotas, ¿más gotas?, una lata mayor que aguante toda la noche.
Juan bromea para restar importancia al asunto
-Inés: Siempre tan bromista, anda cariño démonos un beso, que ya mismo estas en planta, hasta mañana.
-Hasta mañana mi amor.
Juan se vuelve, Inés se acurruca a su espalda, y quedan hundidos en el colchón de borra, tapados con el edredón multicolor de croché, tejido con restos de lana, que recogía en el taller de su amiga Concha que tenia una tricotosa en una accesoria en la barriada de la Dársena.

Quizás le den un piso en la barriada de los pajaritos, como a otros vecinos, y Juan tendrá que coger el pegaso, pero de momento su itinerario al tejar desde el corral de la Encarnación, transcurre por Pajes del Corro, la calle San Juan, Justino Matute, San Jacinto, avenida de Coria, hasta llegar a la vega, al charco la pava. Justo al entrar en el July, parada obligada desde años para el primer cafecito, le llama la atención ver a Inocencio hablando con dos señores de gabardina con los codos posados en la barra del mostrador, Juan nota en la cara del camarero un gesto que no llega a comprender cuando se dirige hacia el con tono serio.
- Inocencio: Buenos días, que le pongo al señor
- Juan: Al señor, pórgale una vela
Inocencio, corta de repente a Juan, ajeno a lo que estaba pasando
- Y a usted un café, ¿verdad?, enseguida se lo pongo
Inocencio se dirige a los caballeros de la gabardina
- A los cafés invita la casa, si desean algo más también, y si tengo noticias de esto que me habéis preguntado os lo haré saber.
El más alto de los dos reprime a Inocencio, siseando y llevándose el índice a los labios, susurrándole: discreción, discreción.
Juan se da cuenta de repente de lo sucedido, se percata de los agentes, a los que sin dudar pregunta:
-Juan: Les puedo ayudar
Inocencio no daba crédito a lo que estaba viendo, después del capote que le acababa de echar y se mete el solo en la boca de el lobo.
El más alto de los dos se identifica volviendo la solapa derecha de la gabardina con la mano en la cual esgrimía un pitillo entre las segundas falanges de los dedos índice y corazón, Juan intenta limpiar en un acto reflejo la ceniza caída en la gabardina de este al volver la solapa, a lo que el agente responde con un manotazo y acto seguido pregunta: ¿conoce a Juan Vega Cortés?
-Juan: Perdone, solo quería limpiarle….
- Responda y déjese de tonterías
Juan sacando fuerza de flaquezas
-Si, soy yo para lo que guste mandar
-Tenga la amabilidad de acompañarnos
- ¿Se trata de la cedula?, la pedí el otro día
- Las preguntas las hacemos nosotros, andando, y como consejo le diré que no ofrezca resistencia
Así lo hizo, sin oponerse, volviendo la vista a Inocencio con un gesto de agradecimiento, salió acompañado de los dos agentes.
Ya montados en el mil quinientos, en la parte de atrás el agente que lo custodiaba, le comenta:
- Tenemos ordenes expresas de no esposarle si no es preciso, no nos lo ponga difícil.
- No teman, yo tampoco tengo nada que temer.
-Ya, ya se verá, de momento, guarde silencio, por favor.
Llegando a la Enramadilla, justo al embocar la calle Oriente, empieza a amanecer, con los primeros rayos de sol, Juan entra en el cuartel, custodiado a diestra y siniestra por los agentes, tres escalones que afronto con la firmeza con la que aguanta el zanco en una revira, sufriendo sin que se le note, sin cantar la gallina, sin que lo ringue los kilos del miedo, se adelanta el alto asiéndole un gesto al compañero sin volverse, moviendo la mano derecha, tras el, para que se detuvieran, el compañero aguanta a Juan del antebrazo y lo hace parar, ante la puerta del comandante jefe de puesto, la cual hace sonar el alto con dos golpes secos.
- Adelante
Pasa el agente
- Da usted su permiso
-Adelante, adelante.
- A la orden de usted mi comandante, traemos a Juan Vega
- ¡Hombre, ya era hora, que trabajito os ha costado!
- Mi comandante la orden no fue de detención, solo nos pidió que lo trajéramos ante usted, eso si, con discreción, pensamos que no seria con carácter de urgencia.
- Perdone, no se preocupe, hágalo pasar y déjennos solos.
- A la orden.
Sale del despacho y se dirige a Juan invitándole a entrar
- Pase le esperan
Juan respira hondo, se destoca, y pasa al interior, agarrando la boina como si quisiera exprimir contra su vientre los nervios que se hacen presa de el.
Antes de que le de tiempo de pedir permiso, ve como el comandante se dirige hacia el bordeando la mesa del despacho y tendiéndole la mano.
- Buenos días Juan, déjeme que me presente soy Salvador Valverde, tome asiento,
Salvador le ofrece la silla.
Juan no da crédito
- A la orden don Salvador, con su permiso
- Bueno echas las presentaciones, dejémonos de tanta formalidad, ¿hace un faria?
- No se si debo
- Vamos hombre, no iras a hacer ascos a estos humos, con los que debes tragar en el tejar
- No, no, si lo decía por la tos que tengo, pero tiene usted toda la razón
- Otra vez con usted, hombre, apea el tratamiento, tranquilízate y no te preocupes por nada.
- Me preocupa mi mujer, que a estas horas ya debe de estar enterada
- ¿Enterada?, ¿de que?, es que no puedes venir a visitar a un amigo, posiblemente no me recuerdes, porque soy dos años mayor que tu, pero para tu tranquilidad te diré que estuvimos en el mismo colegio, en Reina Victoria, y te recuerdo de costalero en el pasito que sacábamos, ese que hicieran los de la escuela de orfebrería, yo era el capataz, además siempre te queda la excusa del carné de identidad.
­- Caramba, Salva, si claro, Salva, ya decía yo, pero con el uniforme.
Se habían criado en la calle Pages del Corro, uno en la cavas de los civiles y otro en la de los cales, obvio la procedencia de cada cual.
Salvador abre un cajón de la mesa saca el carné y se lo entrega.
-Cuando vi la foto te reconocí, no se me olvida ninguna cara.
- Muchas gracias, tendré mas cuidado, pero, me da en la nariz que no es este el motivo…
Salvador vuelve a meter la mano en el cajón, y saca una caja de cerillas para ofrecer lumbre a Juan, que ya empieza a tranquilizarse.
Una vez encendidos los cigarros puros, Salvador reanuda la conversación.
- Estas en lo cierto, te he mandado llamar porque quería conocer al patero, culpable de haber dado la revira de ensueño en el Altozano, el pasado Viernes Santo a la Virgen del Patrocinio, lo del carné, pienso que ha debido ser la Divina providencia.
Juan con disimulo seca con la boina una incontenible lagrima que le acaba de recorrer la mejilla.
-Juan: Perdona que sude, pero es que he estado un poco nervioso compréndeme,
- Sudor, si, sudor, no te imaginaba de otra forma, detrás del aspecto rudo los costaleros escondéis una sensibilidad que explica la forma de llevar a la madre de Dios.
-Salvador, perdona que interrumpa la conversación, es que no puedo dejar de estar preocupado por el tejar, que no esta la cosa para perder el trabajo.
- Llevas razón, pero eso lo arreglo yo, bastara con expedir un justificante, se lo entregas al patrón, y en paz.
-Gracias Salvador, gracias, si no deseas nada mas.
- Espera Juan, espera, no tengas prisas, que todavía tenemos que hablar un poco mas, y quiero que alimente mi curiosidad.

CONTINUARA

3 comentarios:

Miguel Angel Oliver dijo...

No dejes de escribir, te seguiremos, un fuerte abrazo y un beso, enhorabuena por el blog, lo seguire a partir de ahora.
Escribes desde el sentimiento y eso es magico y muy bonito.

Jose Luis dijo...

Romu haber si pones algo mas miarma que tengo ganas de leerte y de escuchar tus sentimientos que son muchos, un beso.J.L.Llanos.

María J Mijes dijo...

Romu eres genial .besos