martes, 11 de agosto de 2009

BUENAS NOCHES JUAN II


- Pues usted dirá
- Y dale con usted.
- Perdón, perdón, dime, dime
- ¿Que me puedes contar de Carlos Marx?
En esta ocasión la gota que recorre el rostro de Juan es de sudor frio
“Intenta sacar el capote y dar una larga cambiada”
- Bueno muy bueno, ¿ese es el que toca el arpa?, ¿no?, o, ¿es el mudo?
Salvador suelta una carcajada y Juan se contagia.
­- El del arpa y el mudo son el mismo.
- Juan: ¿No ha colado, verdad?
- Salvador: No, claro que no, pero en serio, ¿como compartes la doctrina de este señor y la de la religión católica?
- Que tiene que ver el culo con las siete temporas, una cosa es una cosa y la otra es la otra, a demás, si Marx hubiera visto la mirada de la Virgen de la O, otro gallo cantaría.
- No dejas de sorprenderme.
Juan ya relajado echa cara al asunto
- ¿Como sabes tanto de mi?
- Es mi trabajo, te he dicho que quería conocerte, y te he investigado, por cierto, ¿esas tres detenciones de hace unos años?
- Si, una fue en Mirandilla, donde pastan los del marquez de Albacerrada,
ya sabes cosas de chaval, salté el “cercao”.
- Te hirieron, ¿verdad?.
- En el orgullo, un guarda jurado, el cartucho era de sal, y me dio donde la espalda pierde su nombre. Otra fue cuando salté en una nocturna en la Maestranza, me dio tiempo de dar cuatro estatuarios por alto, que me valieron para que me pusieran un mes después.
- Y te volvieron a detener ¿no?
- Si hijo, si, fue presentación y despedida.
-¿Tan mal estuviste?
- No, todo lo contrario, le hice un quite al utreño rematao con una media que todavía me duele la cintura, me lo enrosque a mi alrededor y saltó Pepin con Serva la bari, está mal que yo lo diga, lo borde, pero me negué a matar al novillo que tenían que haberlo indultado, y eso no me lo perdonaron.
-Veo que vas contra corriente a lo establecido
- No Salvador, no, cosas de chaval, y pájaros que revolotean, alrededor de uno a esas edades, que yo soy respetuoso con lo establecido, aunque no esté de acuerdo con el régimen.
- Calla, canalla, no te pases, que como nos escuchen, a ti te echan del tejar, y a mi me quitan el tricornio y nos vemos fumando celtas en Ranilla.
- No era mi intención.
- Tranquilo, bueno a ver si nos vemos con más tranquilidad, nos tomamos unos chatos, que te quiero proponer algo.
- Salvador me tienes a tu disposición.
- Bueno, pues enseguida doy la orden para que te lleven para Triana.
-Déjalo, déjalo, que en el mil quinientos me mareo.
-Pues entonces lo dicho ya quedamos y te comento.
Salvador acompaña a Juan a la puerta y se despiden estrechándole la mano.
Juan vuelve a Triana para concluir su jornada laboral, y todo transcurre con una relativa tranquilidad tras las explicaciones oportunas a cuantos le preguntaban, las noticias de este tipo corren como la pólvora.
Al llegar a casa Inés lo espera con gesto de preocupación, lo recibe con un beso, y justo cuando Juan intenta explicar por enésima vez lo ocurrido, Inés
Tapa sus labios cariñosamente y le susurra:
No te preocupes, se que será algo sin importancia y yo confio en ti ya me contaras mas tarde con tranquilidad, pero ahora ponte cómodo que ya estas en casa y todo ha pasado.
Juan: Mujer de mis entretelas
te quiero con “toa” mi alma
porque alivias mis duquelas
en ti encuentro yo la calma

esa paz de tu mirada
esa ciega confianza
amor que de ti emana
y lo defiendes a ultranza

son caprichos del destino
que tu te llames Inés
que te cruces en mi camino
es casualidad, lo es

pues a este loco rufián
en un templo mariano
de nombre le pusiera Juan
el párroco de Santa Ana
en la “pila lo gitano”

- Hijo eres completito, anda tonto lábate que te pongo la cena.
- Que habilidad tienes para cargarte un ámbito bucólico.
- ¿Eso que es?
- Déjalo, déjalo
Juan coge la toalla y sale a la pila del corral para asearse, después de lo cual entra en casa diciendo:
CONTINUARÁ

El padre peor que el niño


Papa, quiero vestirme de nazareno, me comento Gonzalo esta mañana, a lo que le respondí, no te preocupes que este lunes Santo sales en la hermandad de nazareno,
-No, no. ahora.
La madre, inmersa en las labores domesticas, volvió la cara y al ver la mirada complice que nos cruzamos Talo y yo, comento:
-Después lo dejareis todo recogidito, ¿verdad?, el padre peor que el niño.
Y hay lo tenéis, en Agosto de nazareno, 15 ó 20 minutos para
alimentar su gran pasión, la semana Santa, después de los cuales, me dijo ya me puedes quitar la túnica hasta el Lunes Santo que nos vestiremos los dos, papa.


jueves, 6 de agosto de 2009

BUENAS NOCHES JUAN I


BUENAS NOCHES JUAN

-Buenas noches Juan, no te alarmes, es que esta tarde han preguntado por ti en el corral unos señores…
Interrumpe Juan
- Juan: ¿La “pestañí”?
-Si, de la brigadilla de la “calzá”, te dije que esas reuniones al salir del tejar me asustaban.
Comentaba Inés al meterse Juan en la cama.
- Juan: No sé que querrán, puede que sea, que han encontrado el carné de identidad que lo perdí en la mudá del Cachorro, mañana preguntare, no te asustes no he hecho nada malo.
- Ya Juan, ya, pero, esas conversaciones tuyas con tus amigos en la tasca cada vez son mas de dominio público, creo que tendrías que ser mas comedido.
- Esos que me escuchan saben que tengo las manos limpias, que no escondo mis ideas, y que predico la tolerancia y respeto para quien creen en otras.
- Juan, que sabes a lo que te expones.
- Si, pero, como tu bien dices, todos me conocen y son de dominio público mis ideales, y hasta la fecha no he tenido problemas.
- Tú lo has dicho, hasta la fecha.
Suena un trueno, seguido de su correspondiente relámpago.
Inés –La tenemos encima, que tres días de lluvia, no se sabe que es peor, si esto o las peleas en el corral por el tendedero, tengo la colada que la tendré que lavar de nuevo, que después te quejas del olor de la ropa.

La lata de encima de la mesa camilla está a punto de rebosar, ellos se pueden dar por satisfecho, solo tienen esta gotera y otra justo a los pies de la cama, sin llegar a caer en ella, justo en el lugar destinado a la cuna de lo que vendrá en unos meses, en el partidito de Angel el vaquero se ha llegado
a contar hasta quince.
Juan – De este domingo no pasa, esas dos goteras las reparo.
Inés – Eso te lo diré el domingo.
-En cuanto escampa, se me olvida.
Paradójico, trabajar en un tejar y vivir bajo Uralita
- Si estuvieras más en estas cosas.
- Que si, que si.
-Anda cariño, vacía la lata que suena a llena.
Juan con tal de distraer la mente de lo que le llegó a preocupar toda la noche, lo hizo sin protestar.
Justo al llegar de nuevo al lecho, le entró un golpe de tos.
Inés- Mañana tendrías que pedirle al boticario Murillo unas gotas para esa tos.
- Gotas, ¿más gotas?, una lata mayor que aguante toda la noche.
Juan bromea para restar importancia al asunto
-Inés: Siempre tan bromista, anda cariño démonos un beso, que ya mismo estas en planta, hasta mañana.
-Hasta mañana mi amor.
Juan se vuelve, Inés se acurruca a su espalda, y quedan hundidos en el colchón de borra, tapados con el edredón multicolor de croché, tejido con restos de lana, que recogía en el taller de su amiga Concha que tenia una tricotosa en una accesoria en la barriada de la Dársena.

Quizás le den un piso en la barriada de los pajaritos, como a otros vecinos, y Juan tendrá que coger el pegaso, pero de momento su itinerario al tejar desde el corral de la Encarnación, transcurre por Pajes del Corro, la calle San Juan, Justino Matute, San Jacinto, avenida de Coria, hasta llegar a la vega, al charco la pava. Justo al entrar en el July, parada obligada desde años para el primer cafecito, le llama la atención ver a Inocencio hablando con dos señores de gabardina con los codos posados en la barra del mostrador, Juan nota en la cara del camarero un gesto que no llega a comprender cuando se dirige hacia el con tono serio.
- Inocencio: Buenos días, que le pongo al señor
- Juan: Al señor, pórgale una vela
Inocencio, corta de repente a Juan, ajeno a lo que estaba pasando
- Y a usted un café, ¿verdad?, enseguida se lo pongo
Inocencio se dirige a los caballeros de la gabardina
- A los cafés invita la casa, si desean algo más también, y si tengo noticias de esto que me habéis preguntado os lo haré saber.
El más alto de los dos reprime a Inocencio, siseando y llevándose el índice a los labios, susurrándole: discreción, discreción.
Juan se da cuenta de repente de lo sucedido, se percata de los agentes, a los que sin dudar pregunta:
-Juan: Les puedo ayudar
Inocencio no daba crédito a lo que estaba viendo, después del capote que le acababa de echar y se mete el solo en la boca de el lobo.
El más alto de los dos se identifica volviendo la solapa derecha de la gabardina con la mano en la cual esgrimía un pitillo entre las segundas falanges de los dedos índice y corazón, Juan intenta limpiar en un acto reflejo la ceniza caída en la gabardina de este al volver la solapa, a lo que el agente responde con un manotazo y acto seguido pregunta: ¿conoce a Juan Vega Cortés?
-Juan: Perdone, solo quería limpiarle….
- Responda y déjese de tonterías
Juan sacando fuerza de flaquezas
-Si, soy yo para lo que guste mandar
-Tenga la amabilidad de acompañarnos
- ¿Se trata de la cedula?, la pedí el otro día
- Las preguntas las hacemos nosotros, andando, y como consejo le diré que no ofrezca resistencia
Así lo hizo, sin oponerse, volviendo la vista a Inocencio con un gesto de agradecimiento, salió acompañado de los dos agentes.
Ya montados en el mil quinientos, en la parte de atrás el agente que lo custodiaba, le comenta:
- Tenemos ordenes expresas de no esposarle si no es preciso, no nos lo ponga difícil.
- No teman, yo tampoco tengo nada que temer.
-Ya, ya se verá, de momento, guarde silencio, por favor.
Llegando a la Enramadilla, justo al embocar la calle Oriente, empieza a amanecer, con los primeros rayos de sol, Juan entra en el cuartel, custodiado a diestra y siniestra por los agentes, tres escalones que afronto con la firmeza con la que aguanta el zanco en una revira, sufriendo sin que se le note, sin cantar la gallina, sin que lo ringue los kilos del miedo, se adelanta el alto asiéndole un gesto al compañero sin volverse, moviendo la mano derecha, tras el, para que se detuvieran, el compañero aguanta a Juan del antebrazo y lo hace parar, ante la puerta del comandante jefe de puesto, la cual hace sonar el alto con dos golpes secos.
- Adelante
Pasa el agente
- Da usted su permiso
-Adelante, adelante.
- A la orden de usted mi comandante, traemos a Juan Vega
- ¡Hombre, ya era hora, que trabajito os ha costado!
- Mi comandante la orden no fue de detención, solo nos pidió que lo trajéramos ante usted, eso si, con discreción, pensamos que no seria con carácter de urgencia.
- Perdone, no se preocupe, hágalo pasar y déjennos solos.
- A la orden.
Sale del despacho y se dirige a Juan invitándole a entrar
- Pase le esperan
Juan respira hondo, se destoca, y pasa al interior, agarrando la boina como si quisiera exprimir contra su vientre los nervios que se hacen presa de el.
Antes de que le de tiempo de pedir permiso, ve como el comandante se dirige hacia el bordeando la mesa del despacho y tendiéndole la mano.
- Buenos días Juan, déjeme que me presente soy Salvador Valverde, tome asiento,
Salvador le ofrece la silla.
Juan no da crédito
- A la orden don Salvador, con su permiso
- Bueno echas las presentaciones, dejémonos de tanta formalidad, ¿hace un faria?
- No se si debo
- Vamos hombre, no iras a hacer ascos a estos humos, con los que debes tragar en el tejar
- No, no, si lo decía por la tos que tengo, pero tiene usted toda la razón
- Otra vez con usted, hombre, apea el tratamiento, tranquilízate y no te preocupes por nada.
- Me preocupa mi mujer, que a estas horas ya debe de estar enterada
- ¿Enterada?, ¿de que?, es que no puedes venir a visitar a un amigo, posiblemente no me recuerdes, porque soy dos años mayor que tu, pero para tu tranquilidad te diré que estuvimos en el mismo colegio, en Reina Victoria, y te recuerdo de costalero en el pasito que sacábamos, ese que hicieran los de la escuela de orfebrería, yo era el capataz, además siempre te queda la excusa del carné de identidad.
­- Caramba, Salva, si claro, Salva, ya decía yo, pero con el uniforme.
Se habían criado en la calle Pages del Corro, uno en la cavas de los civiles y otro en la de los cales, obvio la procedencia de cada cual.
Salvador abre un cajón de la mesa saca el carné y se lo entrega.
-Cuando vi la foto te reconocí, no se me olvida ninguna cara.
- Muchas gracias, tendré mas cuidado, pero, me da en la nariz que no es este el motivo…
Salvador vuelve a meter la mano en el cajón, y saca una caja de cerillas para ofrecer lumbre a Juan, que ya empieza a tranquilizarse.
Una vez encendidos los cigarros puros, Salvador reanuda la conversación.
- Estas en lo cierto, te he mandado llamar porque quería conocer al patero, culpable de haber dado la revira de ensueño en el Altozano, el pasado Viernes Santo a la Virgen del Patrocinio, lo del carné, pienso que ha debido ser la Divina providencia.
Juan con disimulo seca con la boina una incontenible lagrima que le acaba de recorrer la mejilla.
-Juan: Perdona que sude, pero es que he estado un poco nervioso compréndeme,
- Sudor, si, sudor, no te imaginaba de otra forma, detrás del aspecto rudo los costaleros escondéis una sensibilidad que explica la forma de llevar a la madre de Dios.
-Salvador, perdona que interrumpa la conversación, es que no puedo dejar de estar preocupado por el tejar, que no esta la cosa para perder el trabajo.
- Llevas razón, pero eso lo arreglo yo, bastara con expedir un justificante, se lo entregas al patrón, y en paz.
-Gracias Salvador, gracias, si no deseas nada mas.
- Espera Juan, espera, no tengas prisas, que todavía tenemos que hablar un poco mas, y quiero que alimente mi curiosidad.

CONTINUARA

miércoles, 5 de agosto de 2009

Mis Raíces

No podemos olvidarnos de nuestras raíces, las mías concretamente, nacen en esta casa, precisamente un caluroso 29 de julio del 63, 20 minutos antes de la llegada de la matrona, asistido en su lugar por mi entrañable ´´sigueñita´´ Mariana, vecina por aquel entonces, el numero cuatro según orden cardinal de una saga de cinco hermanos, todos varones.
No puedo olvidarme digo, por la buena infancia que tuve, llena de dicha y ventura, no solo en mi casa sino también en mi calle, con esa vecindad lo mas parecido a una gran familia.
La calle Antigua, esa calle, mi calle, la carente de acerados, la que tenia por pavimento tierra de labor compactada por el transito de personas, carros, ganado, del escuadrón de caballería de la policía armada y de 7 ó 8 automovilles no mas que pudieran pasar al día, lo que benia dándose en llamar barro, duro en verano y lodo en el resto del año, por cierto para que sirben en la actualidad las catiuscas infantiles, calle flanqueda a diestra y siniestra por enormes arboles, detrás de los cuales te podías esconder con facilidad, es curioso ahora que lo pienso, independientemente de que se jugara un partido de fútbol todos los días, dependiendo del estado del firme había juegos de temporada, la lima, el turco, las bolas,en terreno semi firme, palma arriba palma abajo, piola, el esconder, las cuatro esquinitas, torito mide me las tres cuartas, en terreno ya firme, y en terreno ya polvoriento el rey de los juegos del verano EL TROMPO, es curioso pero no recuerdo haber dicho la expresión: mama me aburro, por todo ello un mojón para la wii.


Como no recordar el bardeo por las tardes de verano para asentar el polvo y poner fresquitas las puertas para sacar las sillas de noche y formar las tertulias vecinales.


Y por ultimo, no quisiera dejar de recordar a los amigos de mi calle, la de ellos, mis amigos del alma, Manolito Castaño, Franci, Segun, More (amigo y primohermano por parte de padre y madre), Nene, Caco, Rica, Juanito, Churra, los Pando, Rafa, Hugo, Juaqui, Jose luis, Pedrito Guillamon, y a mis hermanos.


Viva la calle Antigua que nos vio nacer.


VIVA LA CALLE QUE ME PARIÓ.